No se muy bien a quien hay que dar gracias de esas pequeñas decisiones que nos llevan a casualidades sospechosas. Por qué hice esto y no esto otro, por qué tardó tanto el taxi, por qué vine a Paris, por qué me quité los pendientes y los dejé en el abrigo...
Supongo que Jean-Jacques está esperando que le encuentre, o peor aún, que lo busque; como Marcelo, el de los viñedos, y su madre de grandes pechos esperan en algún lugar de la Toscana.
Vivo historias que no existan, cuentos de hadas llenos de estereotipos, de comedias románticas y de collages de absurdos sueños de barbie Malibú, y me encantan, pero son solo el tentenpié de todo lo que vivo realmente, son solo aperitivos creativos mientras que mi vida me lleva a Florencia, o a Paris, mientras que Madrid me regala historias para no dormir.
Soy tan feliz que Marcelo y Jean-Jacques, por mi, pueden seguir esperando.
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