viernes, 2 de julio de 2010

chris

Lavarse los dientes con un desconocido es una situación rara, sobretodo si el desconocido mide 1.98 y tu te sientes delante del espejo como una niña de 5 años vigilada por su padre.

Acaba de pasar. No hace ni siquiera 5 minutos, pero para que la historia tenga sentido, al menos algo de sentido, tengo que retroceder al menos 10 horas...

A las 4 de la tarde yo estaba desesperada intentando en vano cerrar la maleta mientras marcos, entre el pedo y la resaca intentaba no reirse de mi. "Por favor, vuelve a llamar a sacha", Sacha es mi compañera de piso rusa, a la que llevabamos llamando 2 dias sin obtener respuesta, a pesar de los sms y los mensajes en el contestador; que no cerrase la maleta empezaba a ser el menor de mis problemas.

Al final, en un ataque de lucidez decidi comprobar si el telefono que estábamos marcando desesperadamente era el mismo que yo tenia en el email...la respuesta...negativa! asi que empezamos de nuevo con todo el numerito de llamar y mandar sms. Al final la respuesta llegó, podía ir a casa a partir de las 10 de la noche, pero seguramente hubiera alguien antes, osea que podía intentarlo.

No podía esperar hasta las 10, sobretodo ahora que habíamos conseguido entre los dos cerrar la maleta, asi que conseguimos con mucho esfuerzo (más de Marcos que llevaba la grande que el mío) bajar las maletas los odiosos 4 pisos. Coger un taxi no fue mucho mas fácil, pero me gusta pensar en mi misma, sentada encima de la maleta rígida, al lado del puente y con el viento moviéndome el pelo como un perfecto robado-posado de Doisneau.

25€ de taxi después estábamos en la puerta de mi casa. No había nadie, pero el barrio parecía molar, lleno de movimiento, de gente de un lado para otro, es como un pueblo dentro de la ciudad.

Asi, pero con cara de cachorro abandonado, conocí a mi vecino Chris, con el que 6 horas después me lavaría los dientes. Decidió permitirme dejar las maletas en su casa (que el bueno de Marcos de nuevo se tuvo que ofrecer a subir), luego eso pasó a invitarnos a tomar un café mientras llegaban mis compañeras de piso y lo que más tarde derivaría en hacerme la cena y dejarme una cama (sola) en la que dormir.

Cuando conseguí que alguien me abriera la puerta en el que es/será mi piso, no había una americana en el pasillo, lo que había es un catalán con el que estuve hablando 10 minutos en inglés hasta darnos cuenta de que (más o menos) hablabamos la misma lengua. Me dijo que el tenía contrato hasta el domingo, que es cuando salía su avión. Nunca te fies de los artistas, pensé, y me alegré mucho de que chris fuera irlandes y buena persona y no me fuera a dejar durmiendo en la calle.

Asi que, un plato de pasta, una fabulosa canción con la guitarra, y un momento inolvidable cepillo de dientes en manos, procedo a irme a dormir con la sensación de que mi vida es extraña, pero que no podría tener más suerte, incluso dentro de la mala suerte.


1 comentario:

Jo dijo...

BONNE nuit!

Che belle le tue aventure parigine!Mi fai un po pensare alla "Bohème", dovresti andare a farti un giro a Montmartre, quello è il tuo quartiere!