hablando de lluvia...

Es la primera vez que llueve en Florencia y creo que hasta eso me gusta de esta ciudad, tiene una forma de llover que parece que me hablara, al final va a ser verdad eso de que estoy un poco loca.
Tumbada en mi cama me parecía que llovía bajito, como pidiéndome un hueco debajo del edredón, me parecía que cada gota que se suicidaba en mi cristal lo hacía para dormir conmigo, bajo la promesa de no pelear por las mantas y con la capacidad de llenarlo todo de ciudad.
Cuando me he levantado, y mi cabeza se recreaba en las preocupaciones de estos días y me he llenado de sentimientos contrapuestos la lluvia ha decidido ser empatica (más que muchos) y llover con ira, y luego con pesadez, gotas grandes llenas de dudas, de cansancio, de pena y de no me puedo creer que hayamos acabado así.
Pero ha dicho BASTA, y ha dado un golpe encima de la mesa, y me ha traído olor a mojado que ha colado sin que me diera cuenta por debajo de las puertas y me ha recordado que soy parte de esto y me ha llovido jurando que todo va a ir bien. Ha consguido con ello hacerme sonreir y poner musica y recoger la casa bailando, para ella, porque de alguna manera he sabido que la lluvia de Florencia, fuera de los cristales, bailaba conmigo, al mismo ritmo, y casi me ha parecido que me ha guiñado un ojo cuando he abierto la ventana.

Supongo que nada malo puede pasar cuando tienes este tipo de relación con la lluvia.