en fin...

hay un momento en el Erasmus, al menos en el mio, en el que te das cuentaque te vas, que no formas parte de esta realidad, que es solo una ilusión optica.

Te das cuenta, al menos yo, que hacer este tipo de Erasmus tiene un precio, y es irte. Y quedaran algunas fotos, y muchos recuerdos, y un monton de gente en el facebook .Primero habrá cortas conversaciones en el chat, luego felicitaciones de navidad y cumpleaños...luego nada.

Y está bien, claro que si, es el riesgo que correas al ser temporal entre cosas permanentes y no juntarte con los otros circunstaciales, que al final son más fáciles de conservar.

Pero a ver, que no malinterpretemos, lejos de entrar en depresión cuando esa realidad aparece ante tus ojos, el click de la cabeza hace su entrada triunfal y empiezas a plantearte las cosas de otra manera, quizás como te las tenías que haber planteado desde el principio.

Y la verdad es que ahora queda la mejor parte, a pesar de los examenes...la de qejarnos del calor, la de las guerras de agua, la de viajecillos con bikini incluído, la de estar con la gente organizando mil cosas y vivirlo como parte del sueño que se ha hecho realidad...

El otro día, en las playas paradisíacas de Cerdeña, tomando un martini rosso con la mia dolce metá, con Álvaro y compañía (desde aqui mil gracias por todo) me di cuenta de que no me cambiaría por nadie, que si me dieran elegir querría ser yo misma en este momento de mi vida.

Una Virginia que hoy ha estudiado en la biblioteca cuando hace menos de una semana estaba haciendo una barbacoa y cantando canciones tipicas italianas con la guitarra entre gente sarda.

Una Virginia que dos semanas irá a Napoles y en dos días en la inauguración de una discoteca con piscina, y el lunes delante del profesor intentandole convercerle en italiano que los conocimientos son suficientes para pasar la asignatura.

No se muy bien explicar como me siento, tengo tantas cosas en la cabeza que me parece que el tiempo pasa todavía más deprisa.