sábado, 22 de noviembre de 2008

2 meses...

Hoy hace dos meses que estoy aquí. Ya no me imagino en ninguna otra parte.
Me he acostumbrado al ritmo de las cosas, a que el pasillo de la residencia sea una forma de vida, a hablar en itañol con Almudena, a echaros de menos, a preparar viajes que no tendré tiempo ni dinero para llevar a cabo, a prometer cenas temáticas que nunca ubico en un día de la semana.

Me he acostumbrado a dormir tarde y levantarme también tarde, retrasando el sveglia cada 10 minutos y disfrutando de ese pedazo de tiempo más antes de empezar el día. Me he acostumbrado al frío, y a colarme en los autobuses y a pensar en la estación como el centro de todo centro.

Me he acostumbrado a comer zanahorias con Sara y animarla cuando está triste, a dejarme animar por ella cuando soy yo la que no estoy en mi mejor momento, a escuchar dicono di me 30 veces al día y saber que ninguna de las dos nos hemos cansado de ella. Me he acostumbrado a las ausencias de Vittoria, pero sobretodo a las cenas cuando estamos las tres, y nos ponemos al día de lo que ha sucedido en “grande fratello”, a que suene el móvil y desaparezca, a que a veces parezca milagroso como tiene la palabra justa en el momento adecuado.

Me he acostumbrado a escucharos cuando hablamos por el messenger, a la voz de mis padres por el skype, a pensar que de todo esto solo os podré dar una versión resumida porque en Florencia no existe una hora tranquila. A imaginarme todo lo que tenemos que hacer estas navidades, a pensar todo lo que haremos cuando vengáis a verme (vale, o no) y que me pongáis al día de todo lo que me tenéis que contar.

Me he acostumbrado a la posibilidad de no salir un sábado y emborracharme un lunes, a que los días de la semana no existan como tal y que el tiempo sea solo un tic tac que te recuerda que estás viviendo un sueño. A que el domingo o el viernes sean solo estados de animo y que pueda coincidir con su honomino en la semana es solo una cuestión de casualidad.

Me he acostumbrado a no sentirme mal si como pasta todos los días, a que el parmeggiano pega con todo, a que la compra se hace en el esselunga y que la lavadora cuesta 2€; me he hecho a la idea de que no existen las comidas sin pimienta negra.

Me he acostumbrado a tomar café con Fede y a callarme cuando él no para de gritar las virtudes de Sicilia, a los videos de Roberto y su energía ácida con todo, a la sonrisa irónica de Antonio cuando le tomo el pelo, a ver a la 122 en los pasillos y que todo parezca como antes; a las tardes, cada vez menos, con Lorenzo en las que todo lo demás me da igual; a las visitas de los albaneses; a Ania y Yolanda, con el extraño grupo que formamos las 3. A Renata, a las pecatrices, a marco y pipo, hasta al subdirector que tiene facebook.Me he acostumbrado a que toda esta gente sea mi nueva realidad.

Me he acostumbrado a tener sms gratis a wind que me permiten hacer el capullo, a 200 minutos que duran un suspiro, a intentar estudiar en balde, a tomarme 3 cafes al día solos y seguir como una rosa, a cocinar y a no ser tan tremendamente ordenada, a no tener televisión y no echarla de menos.

No se si me voy a poder acostumbrar a la idea de que esto se acabará. No, creo que para eso necesitaré algo más de dos meses.

2 comentarios:

almudena dijo...

como me gustan las nuevas costumbres y el haber descubierto que en realidad no costaba tanto cambiarlas.

dos meses que han sido como dos días y en nada comentando la jugada en calamillor...

al menos el itagnol siempre se quedará con nosotras

Quintyhara dijo...

me temo que schifo, y che palle, y figo y cosas del genero no se irán...y mejor asi!