lunes, 31 de mayo de 2010

antes de un examen...

No sabes si es hambre, o nauseas, o si tu cuerpo está locamente enamorado de alguien que tu mente ha obviado y por eso tienes mariposas en el estómago.

El tiempo pasa muuuuy despacio, pero cuando te quieres dar cuenta ya no está.

El día antes de un examen, las horas antes de un examen son horribles. Tu sabes lo que no te sabes, y te acojona; todo el mundo parece estar muy seguro de ti y tu les odias por ser tan optimistas (casi tanto como ellos te odian por ser pesimista). Llegas a situaciones rídiculas de hacerles prometer que vas a aprobar y cabrearte con ellos cuando para que te calles lo hacen "joder, y tu que sabes", ayer hasta le hice poner precio a su seguridad...¿cuánto te apostarías con un desconocido a que apruebo? ella dijo que 500 euros, mi madre siempre supo como dar refuerzos positivos entendibles para mi.

Tienes la sensación de que te ha faltado solo un día, nada más; que si tuvieras unas horas más podrías llevarlo perfecto (mentira) y te odias por haber perdido el tiempo viendo las fotos de choni borracha o de pija insulsa de la conocida de un amigo de tu prima...puto tuenti.

Quieres oír a la gente que lo lleva mal, fatal, peor que tu (te tienes que agarrar a eso para estar en el 20% de aprobados del señor Alfaro) pero en verdad te da igual, no te lo crees. Seguro que se lo saben muy bien, seguro que se lo saben al menos mejor. Les odias.

De repente entras en colapso y tienes la certeza de que va a entrar aquel párrafo que no leíste, aquel caso que pasaste por alto o el link que te prometiste mirar y nunca hiciste. Pánico. Pasar páginas como una loca buscándolo y súplicas lastimosas al compañero de la izquierda, que parece muy listo, para que te lo explique...

Y nos vuelve a todos la fe, en Dios, en la Virgen del Rocío o la Macarena, en el santo de los imposibles o en el amuleto Buda que trajo un amigo de India, intentamos acordarnos del credo o confiamos ciegamente en la suerte. Yo siempre llevo un collar a los exámenes (y solo para los exámenes), desde primero, y a él que me encomiendo como si de verdad marcara las diferencias.

Luego, cuando por fin tienes el examen de encima de la mesa todo lo demás da igual. Eres tú contra él; miras el reloj y lees las preguntas; pase lo que pase cuando salgas de ahí habrá acabado todo esto, a lo peor por un par de meses, a lo mejor para siempre...

pase lo pase más se perdió en la guerra y vinieron cantando. O eso dicen.


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