jueves, 19 de agosto de 2010

hippy...

ya he vuelto de mis vacaciones, de mis vacaciones dentro de mis vacaciones, vaya sociedad estamos creando...

me he ido a San Sebastián, y lo peor de todo es que creo que he aprendido mas francés ahí que los días que pase responsable y meditabunda en un Paris solitario. Me recuerdo pidiendo a Axel que me dejara hablar un poco de inglés para descansar del francés y recuerdo sus no tajante, y sus correcciones desde la primera hora de la mañana hasta la última noche. Creo que ahora necesito vacaciones de nuevo!

El viaje empezó con un interminable viaje de 6 horas en tren hasta st. Jean de Luz donde un Axel en monopatín, hacía la entrada a Chris y Julian que habían escrito en papel higiénico un cartel de bienvenida...intenté ignorar el hecho de que tenían 30 años y escuché sonriente como Axel relataba emocionado que se había comprado, aparte del patinete, una cometa y un bañador de surfista, y como los otros mostraban orgullosos sus sudaderas y camisas hawainas. La verdad es que estaba poco segura de donde me estaba metiendo, porque nada de eso suele ir conmigo, pero supuse que la sonrisa permanente en mi cara era una buena señal de que la decisión había sido la acertada. Después de un poco de guitarra y hukelele nos organizamos como pudimos en la caravana; cuando estuve metida en el saco me di cuenta de que realmente estaba en el sur de Francia con dirección a San Sebastian!

St. Jean de Luz me encantó, es como un pueblito de cuento...de los sitios en los que parece que alguien va a gritar CORTEN de un momento a otro y van a mover las casas de cartón piedra. muchos turistas, buen tiempo, tiendas bien cuidadas, pastelerías que deberían estar prohibidas, una plazita al lado del mar llena de cafeterías y de pintores exhibiendo sus obras. Podría haberme quedado ahí todo el viaje, pero aquello solo acababa de empezar. A las 6 estábamos en San Sebastián, aparcados en una playa surfista y a las 8, después de un merecido bocadillo de jamón, un pincho de tortilla, y una caña con limón estábamos en la playa jugando al fresbee y volando la cometa. Nada de ducha en esas 24 horas de viaje, una chaqueta, raya de ojos y ala! de pintxos a la parte vieja.

Los días pasaron con tranquilidad (dos robos y 3 horas en comisaría parte), caravana-hogar-dulce-hogar y su constante mover todas las cosas de un lado para otro para abrir las camas, poner las sábanas, sacar los sacos; lavarte los dientes con botellas de agua. Axel consiguió surfear, chris trabajar en una cafetería con wifi, y yo pasear por la playa de la concha e incluso tener una discusión tranquila con un iñaki (que no ignacio) muy orgulloso de ser de la izquierda abertxale. Todos volvimos enamorados de los pintxos, de los conciertos callejeros y de los fuegos artificiales de la semana grande, y aunque nos perdimos el toro de fuego por que íbamos a desfallecer del hambre queda pendiente una visita a mi pueblo para alardear de cultura española.

Y tan pronto como llegamos, y sin haberme duchado a lo largo de mi estancia en España nos volvimos a Francia...a una playa famosa por sus buenas olas, su buen ambiente y por un bar-cafeteria-restaurante que parecía que estar gestionado por clientes, donde todo el mundo conocía a todo el mundo y nadie era de ninguna parte en concreto. Recogimos a dos chicas de 20 años, de quebec que hacían autostop y durante dos días compartieron con nosotros caravana, playa e incluso agua para lavarnos los dientes. Chris y Axel parecían admirar su valor y su capacidad de desenvolverse mientras yo ejercía, como siempre, de anciana en cuerpo de joven sermoneando su falta de sentido común y recomendándoles encarecidamente tener cuidado...

También los dos días de playa pasaron, con sus mojitos, su tomar el sol y cenar barbacoa; incluso la ducha en la playa (con jabón de verdad) y dormir en tiendas de campaña pasó y, tras media hora de intentar poner las cosas en su sitio nos despedimos de las vacaciones y condujimos (es una primera persona del plurar innecesaria, yo no conduje, obviamente) desde las 10.30 de la mañana hasta las 23.40, con sus correspondientes paradas.

Llegué tan cansada que por un momento realmente dudé si darme la ducha o esperar algunas horas más...la sensación de estar limpia en una cama de verdad, dios...no tiene precio!

Asi que nada, ha sido un viaje genial, desde la emoción de antes de coger el tren en montparnasse hasta la llegada a casa, al mundo real, al grifo y las comodidades, al microondas y la lavadora.

y ahora??? pues ahora, todavía con restos del escaso moreno que he cogido (es que hace frío en Vascongadas eh?) a esperar a mi hermana, a Luis, a Julio y a Estefi que vienen el fin de semana a dejarse enamorar por la ciudad que me tiene un poco adoptada. Y yo no puedo esperar para enseñarla, con la emoción con la que enseñas algo que, de forma ilógica, sientes un poco tuyo.

1 comentario:

almudena dijo...

a veces tengo muchas ganas de ser joven, pero siempre voy aplazando el momento. a ver si me animo contigo en algún momento.. que bonito viaje